Unos arquitectos me visitan por la mañana... se trata de la cima de la arquitectura mundial contemporánea. Con Guillermo Vázquez Consuegra vienen Norman Foster, Jean Nouvel y Arata Isozaki. Todos están interesados por Sevilla, por crear en nuestra ciudad.
No hace mucho el Proyecto Metropol Parasol, diseñado por el arquitecto alemán Jürgen Mayer para la Plaza de la Encarnación, acaparó buena parte del interés de los visitantes que recorren el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, en el corazón de Manhattan, que hasta el 1 de mayo acogió una exposición sobre la “Nueva Arquitectura en España”. También acaparó la atención del público alemán cuando fue expuesto el pasado mes de septiembre en el Atrium del Foro de la Cultura de Berlín. Los visitantes del MOMA estudiaron, como hicieron antes quienes visitaron la exposición de Berlín, su espectacular estructura orgánica, que hunde sus raíces en la profundidad de la historia, su funcionalidad, y su diseño radicalmente contemporáneo, que representa una fuerte apuesta por el rejuvenecimiento de la ciudad. Se trata de un edificio de firma, en la mejor acepción del término, y nadie duda de que va a convertirse en una de las nuevas señas de identidad de la ciudad de Sevilla. Representa la prueba de que una arquitectura de vanguardia de gran calidad puede encontrar acomodo en el centro de una ciudad con miles de años de historia.
Y al hilo de esta exposición un mensaje ya está empezando a llegar con fuerza a los círculos más selectos de la arquitectura mundial: Sevilla, la vieja ciudad española histórica y monumental, está apostando fuerte por la arquitectura de vanguardia; la ciudad está construyendo o se dispone a construir varios proyectos de arquitectura creativa, nueva, provocadora, diseñada por españoles y por arquitectos de todo el mundo, y gran parte de esta nueva arquitectura es de “clase mundial”. Porque el proyecto Metropol Parasol – como sucede con la gran mayoría de los grandes proyectos arquitectónicos de vanguardia - ,no representa un hecho aislado, sino que constituye un símbolo – otro más - del renacer de esta ciudad.
Por este motivo no es el único ejemplo. Hace unas semanas el arquitecto Ricardo Bofill presentaba el proyecto ganador del concurso para construir la Biblioteca General de la Universidad de Sevilla, que irá ubicada en los jardines del Prado de San Sebastián, alineada con la avenida de Diego de Riaño. El edificio escogido ha sido el presentado por la arquitecta angloiraquí Zaha Hadid, la primera mujer en recibir el Premio Pritzker de Arquitectura, que ha proyectado para Sevilla, en palabras del jurado, un proyecto totalmente innovador, técnica, estética y formalmente, desde el punto de vista de las energías, las estructuras y la geometría; un edificio que, como el resto de la obra de Zaha Hadid, me trasmite optimismo, y su firme compromiso – que lo es también de esta ciudad – por la libertad, la creatividad y la innovación tecnológica.
Pero no todos los proyectos de arquitectura de vanguardia que se dispone a acometer la ciudad son obra de arquitectos nacidos más allá de nuestras fronteras. Otra de las nuevas referencias de la arquitectura de vanguardia en Sevilla es el edificio proyectado por Guillermo Vázquez – Consuegra para el nuevo Palacio de Congresos. Será la mayor sala de congresos de España, superior incluso a la del edificio Fórum de Barcelona (que tiene capacidad para 3.200 personas), dado que tendrá un aforo para cerca de 3.500 personas. Se trata también de un edificio singular, “de autor”, en cuyo diseño – en forma de trébol irregular- se incorporan importantes innovaciones técnicas y arquitectónicas. Me gusta especialmente su cubierta suspendida en el aire, de treinta metros de altura, y la pasarela de transición al nuevo plenario, de piedra natural, aluminio y vidrio, de colores rojo y plata.
Y la ola de arquitectura de vanguardia que recorre Sevilla no se detiene exclusivamente en proyectos liderados por el sector público. El estudio de arquitectura londinense Richard Rogers, líder mundial en diseños sostenibles y de eficiencia energética, encabeza el equipo ganador que está diseñando el Centro Tecnológico Palmas Altas, la futura sede del grupo industrial Abengoa en Sevilla, que estará en funcionamiento en 2008. Participan además del estudio de Richard Rogers - que cuenta entre sus obras el diseño del Centro Pompidou de París, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo o el centro empresarial Chiswick Park, en Londres -, el de Vidal y Asociados, con sede en Madrid, y el de Juan Fernández Carbonell, de Sevilla, junto al equipo de ingeniería Arup, que también participa en la construcción del Proyecto Metrosol Parasol, y que en su momento también participó en la construcción de proyectos tan innovadores como el Centro Pompidou de París, o la Casa de la Ópera de Sydney. El Centro de Palmas Altas será, sin duda, otro de los nuevos emblemas de Sevilla.
Como el proyecto urbano que ha concitado a estos cuatro arquitectos en Sevilla, y que se va a desarrollar en los antiguos terrenos de la factoría Cruzcampo en Nervión, que recordemos incluye espacios verdes, zonas residenciales y suelo dotacional y terciario, por el promotor vasco Antón Iráculis, propietario de la cadena de hoteles Silken, cuyo último estandarte es el lujoso Puerta de América y en el que han intervenido 18 arquitectos y diseñadores que forman parte del estrellato internacional, como como Norman Foster, Zaha Hadid, Jean Nouvel, Javier Mariscal o Arata Isozaki, entre otros.
Y a estos proyectos pronto se unirán otros, como el nuevo edificio de Puerto Triana, cuyo diseño definitivo aún no conocemos, o el Monumento a la Libertad, frente a la Estación de Santa Justa.
Y la apuesta de Sevilla por las vanguardias no se ciñe solo en el ámbito de la arquitectura: también al del urbanismo. Buena prueba de ello son el proyecto que ya se está ejecutando en la Alameda de Hércules, que recupera lo que dicho espacio ha sido y ha significado para la ciudad de Sevilla y para sus ciudadanos, o la “La Piel Sensible”, en el entorno de las plazas de La Alfalfa y El Salvador, que desarrolla todo un programa de interpretación y apropiación cívica de esta zona, o los proyectos de reurbanización del Muelle de Nueva York y del Muelle de Las Delicias, que van a ser objeto de una profunda remodelación con objeto de mejorar la integración de toda esta zona en el ámbito urbano y potenciar sus usos turísticos y comerciales, mejorando así las relaciones entre el río y el espacio urbano.
Hace apenas 25 años la idea de Sevilla como centro internacional de la arquitectura de vanguardia habría sido simplemente impensable. La celebración en Sevilla de la Exposición Universal de 1992 supuso la incorporación de la ciudad al debate de la arquitectura contemporánea. Ahí están la Estación de Santa Justa, de Antonio Cruz y Antonio Ortiz, el nuevo aeropuerto, de Rafael Moneo, y por supuesto el Puente del Alamillo, de Santiago Calatrava.
Ahora, en 2006, 14 años después de aquel acontecimiento que tan profundamente transformara la estructura urbana de la ciudad, una nueva generación de proyectos de arquitectura de vanguardia, que como aquéllos también van transformar la imagen mental que cada uno de nosotros tenemos de la ciudad, están haciendo que Sevilla vuelva a concitar la atención de lo más selecto de la arquitectura internacional.