lunes, 24 de julio de 2006

Sevilla: "Se Admiten Niños".


Cuando yo era pequeño, los niños íbamos al colegio por nosotros mismos, jugábamos en la calle y paseábamos solos por la ciudad sin que nuestros padres estuvieran con el alma en vilo. Recuerdo como, con muy poquitos años de edad, iba y venía del colegio desde Marañón a Santa Catalina, calle SanLuis arriba y abajo, por la mañana y por la tarde, sabados incluidos. De aquel tiempo añoro al guardia junto al Arco de la Macarena y deleite de aqúel paseo diario. La vuelta, sin las prisas de la hora de entrada, era un deleite para mi manía de observarlo todo, de fijarme en los más mínimos detalles. Ahora eso ya no es así. Parece que cuando las ciudades crecen, se hacen más y más hostiles para con los pequeños.

¿Qué espacio dejamos en la ciudad a los niños para que puedan jugar, frente al que reservamos para el aparcamiento o la circulación? ¿Qué derechos tienen los niños con respecto a la libertad de movimiento y de acceso a lugares en los que desarrollar su vida social y cultural, adquirir conocimientos y obtener bienestar físico? ¿Tienen derecho los niños a una movilidad autónoma? ¿Qué importancia tiene ese derecho frente a las decisiones de los adultos, cuando insisten en utilizar el coche a toda costa?

Creo que unos de los principales beneficiarios de todo el proceso de espacios públicos, peatonalizaciones, carriles bici, parques, ... que estamos desarrollando en nuestra ciudad son, precisamente, los niños. Estamos avanzando en una Sevilla favorable a los niños, pero es mucho los que nos queda por hacer.

A las personas con hijos, o simplemente interesadas en una Sevilla más amable y humanizada, les propongo que miren esta publicación de la Comisión Europea, y me hagan llegar sus comentarios e impresiones. Ah! y compártanla con otros que tengan estas inquietudes.

Como dijo aquel alcalde de Roma: «Hay que replantearse la ciudad desde el punto de vista de un niño, es decir, desde una altura de un metro diez.»


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