¡¡ Vaya pedazo de oposición.!!
Estudiaba en el tren tantas veces cuando iba a Madrid que, en el Expreso, cuando ocupaba mi asiento y una vez se cerraba el vagón-cafetería, venía el revisor, que ya me conocía, me llamaba y me dejaba entrar en la cafetería para que me concentrase sólo en el estudio... Oye, me servía muchísimo... Es que eran muchas horas de viaje.
Aquellas oposiciones me otorgaron seguridad y me permitieron ver las cosas con una perspectiva diferente. Cuando me eligieron diputado provincial en 1983 había renunciado a mi plaza interina sin pensármelo dos veces. Ahora era más consciente de que, así, podía seguir en política o no seguir y no temer por tu futuro, ni, sobre todo, por el de los tuyos. Quería estar en la política sin condicionantes, es decir, que cuando tuviera que irme, lo hiciera sin más, con mi puesto de trabajo, con mi plaza. Eso me sirvió, por ejemplo, cuando me presenté a la “candidatura renovadora”.Pero esa es ya otra historia.