Mañana y tarde en Plaza Nueva
(...) Una ciudad participa de la vida personal, y sin esa extraña cosa que es la vocación, la vida personal no acaba enteramente de serlo. Y sin embargo, la vocación anda lejos de ser una cosa, no es siquiera una cualidad que se posee: es por el contrario, una pasión; algo que se sufre; algo que se padece y se hace al mismo tiempo; algo que jamás se realiza y que presta realidad última a todos los actos de la vida; algo que no esta en parte alguna y es recognoscible en todo; desde las acciones más señaladas hasta las más insignificantes actuaciones.
Algo que aparece hasta en sueños y quizás en sueños sobre todo, pues lo que llamamos vocación no deja de ser un sueño mantenido: un sueño que exige ser realizado (...) . MARIA ZAMBRANO