martes, 25 de julio de 2006

Mi primera experiencia (profesional).

Comencé de médico de puerta en el Hospital de San Lázaro, en un verano, y para hacer sustituciones. Suplía la ausencia de un facultativo que había cogido mes y medio o dos meses de descanso, acumulando guardias y festivos y me dicen que tengo que trabajar todos los días, de lunes a domingo y de mañana y de noche. Aquello era muy raro. ’¿Cuándo descanso?’, pregunté. ‘No hay problemas, esto es muy tranquilo, no hay apenas actividad. De día sí se trabaja, pero por la noche se descansa siempre’, me dijeron... En fin, que acepté. Pero las cosas se torcieron.

La Diputación Provincial había organizado en el Cortijo del Cuarto un Encuentro de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, con representantes de toda Europa, en la que se produjo una epidemia de salmonelosis. El médico de aquella acampada fue Patxi Cuberta (hoy delegado provincial de salud en Sevilla), que se vio completamente desbordado y empezó a desviar a los pacientes a nuestro hospital. Primero venían a decenas, y después a centenas... gente de todos los países, con unas diarreas enormes, con una intoxicación alimentaria brutal... Y yo, recién llegado. Llamé a Juan Manuel Flores (compañero de facultad y ahora subdirector del Virgen del Rocío) para que me echara una mano, pero ni aun así... Tuvimos que hacer de todo, atender veinticuatro horas sobre veinticuatro, atender a las llamadas que procedían de los países de origen de aquellos jóvenes... Recuerdo que hablé con el ministro de sanidad de Suecia que me preguntó si era conveniente mandar un avión hospital para recoger a sus nacionales... y lo mandaron.

(Con el profesor Bedoya, catedrático de Obtetricia y Ginecologí en la Facultad de Medicina de Sevilla)