sábado, 15 de julio de 2006

Sostiene Mañara/ 3: “Cuando la derecha manda se producen crímenes urbanos”.

Os pido que bajéis un poco hacia lo publicado más abajo en este blog,para encontraros con MAÑARA y lo que él sostiene.Porque hoy,será la calor, me lo he encontrado,allí en los Jardines de la Caridad, un poco mosqueado cuando se dirige a mí. Hombre, Alfredo, me dice, desde que tu blog recibe tanta publicidad gratuita en los papeles, ya parece que no te interesan mis comentarios. Pues si que me interesan,Mañara.Y ,entonces, me soltó uno en el que, como buen conocedor de los entresijos de la Sevilla conservadora de los últimos cuarenta años, profundiza sobre la relación de ésta con nuestro patrimonio.

La Casa-Palacio de Sánchez-Dalp, emblemática de la arquitectura regionalista sevillana, fue derribada en los años sesenta, junto con otros edificios singulares en las plazas del Duque y de la Magdalena.

Los edificios emblemáticos derribados en las plazas del Duque y de la Magdalena, simbolizan la "edad de oro de la piqueta", la época de la especulación destructiva protagonizada por destacados personajes de la derecha burguesa sevillana.
Entre 1955 y 1970 fueron destruidos más de quinientos edificios catalogados como modernistas, regionalistas y racionalistas, firmados por una pléyade de arquitectos de leyenda.


La destrucción de la casa palacio de Sánchez-Dalp, que hoy sería orgullo de la ciudad, se hizo durante la segunda mitad de los años sesenta. Durante esa época y junto con la casa de Sánchez-Dalp, fueron destruidos otros edificios emblemáticos de las arquitecturas del modernismo (1900-1915) y del regionalismo (1900-1935) y también procedentes del siglo XIX y anteriores. En muchos casos edificios singulares que debieron ser salvados de la piqueta y restaurados y utilizados por las varias Administraciones o Fundaciones privadas.

La casa Sánchez-Dalp pertenece al primero y básico período de la arquitectura del regionalismo, entre 1900-1916, cuando en nuestra ciudad surgen dos movimientos vinculados: El primero, aceptar el vanguardismo europeo, ponerse al día después de la crisis del Noventa y ocho; y el segundo, recuperar los valores ancestrales de la arquitectura nacional. La síntesis hizo posible los movimientos modernista y regionalista sevillanos, en los que participaron una pléyade de arquitectos artistas excepcionales.

Las autoridades de los años sesenta son significativas de una derecha que tuvo en su poder todos los resortes de mando público y social, por imposición dictatorial. Durante los años sesenta ocuparon cargos decisivos una serie de personalidades vinculadas al urbanismo, la arquitectura y la Universidad, que eran de derecha pero no burguesas ni aristócratas. La alta clase social mandó desde la sombra, sin ejercer directamente, y logrando sus objetivos socioeconómicos. Un caso significativo de especulación fue el derribo del Hotel Madrid en 1967, para construir pisos de lujo y la sede de Galerías Preciados.

José Hernández Díaz fue alcalde (2 diciembre 1963-3 febrero 1966); rector de la Universidad (1968-1971), y presidente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría desde 1951 y de la Comisión de Patrimonio Histórico y Artístico. En la alcaldía le sustituyó Félix Moreno de la Cova (1966-1969), que se encontró ya decidido el futuro urbano de la ciudad. Las delegaciones municipales de Urbanismo fueron ocupadas por Rodrigo Medina Benjumea (1959-1966) y Rafael Arévalo Camacho (1966-1969). Antonio Sancho Corbacho fue delegado municipal de Cultura (1963-1969). Rodrigo Medina Benjumea se mantuvo sin delegación específica, como asesor del alcalde (1966-1969), para actuar como arquitecto de "El Corte Inglés" sobre el solar del palacio de Sánchez-Dalp, derribado con su autorización, como los palacios de Palomares y Cavaleri.

Un tiempo donde la falta de adecuadas normas administrativas y medios legales y económicos, de transparencia y también de sensibilidad ciudadana, provocó la desaparición de numerosos edificios más o menos emblemáticos. Sólo en muy contadas ocasiones, las Administraciones Públicas actuaron para evitar la pérdida de patrimonio ciudadano.

Cuarenta años después del "crimen" urbano de la plaza del Duque, Nicolás Salas demostró en un serial de televisión los valores de los edificios de Sánchez-Dalp, Palomares y Cavaleri, y lo improcedente de sus derribos en aras de la especulación.