lunes, 30 de octubre de 2006

Existe, a nadie se nos escapa, una cierta visión de nuestra ciudad, de Sevilla, como ciudad clásica. Mejor aún, como ciudad de gustos más bien “retros”, donde triunfa lo antiguo mucho más que lo contemporáneo.
Ese cliché, ese tópico es tan falso como otros muchos. Como por ejemplo que esta no es una tierra de gente trabajadora y emprendedora, de iniciativas avanzadas en todos los campos. Curiosamente, aquí y ahora es evidente que se “matan dos tópicos de un tiro”.
En Sevilla ya hemos demostrado muchas veces que lo contemporáneo no nos asusta. En mucha épocas de la historia, en esta ciudad se produjeron las creaciones más vanguardistas en todas los artes. Y ahora no tiene que ser diferente. Una ciudad con tan buen gusto como la nuestra, en la que la estética es casi una filosofía de vida, el arte en todas sus facetas, y también el arte contemporáneo, tiene su espacio.
La nuestra es una ciudad con buen gusto, con sentido artístico, y eso abarca todas las modalidades y todos los estilos. Cierto es que a esta hora, cuando aquí hablamos, hay decenas de talleres haciendo tallando a “lo barroco”, o que se haya estado haciendo arquitectura regionalista hasta antes de ayer, como quien dice. Es una faceta de la variedad. Hay también mucho, mucho más de compromiso de los artistas con su tiempo, este tiempo en el que tantas vías y caminos distintos se abren para el arte, para las artes, en toda su variedad.
No podemos caer presos de una opción, que se pretende a sí misma como la dominante cuando no lo es, que nos condena a seguir haciendo lo mismo que hicieron otros antes que nosotros. Por cierto, si los antiguos hubieran optado por este mismo programa artístico en Sevilla, estoy seguro de que Sevilla no sería, ni remotamente, como es ahora, con su patrimonio universalmente reconocido.
Sevilla es hermosa porque es nueva, según dijo el escritor Manuel Chaves Nogales, y yo estoy totalmente de acuerdo. Sevilla ha sido hermosa y admirada cuando ha avanzado. Nunca la decadencia es hermosa, aunque algunos aún lo defiendan, afortunadamente muy pocos ya. La mayoría de los sevillanos ya no estamos en eso. Que hay que conservar y proteger los tesoros que tenemos, sin duda. Nadie lo discute, es más, también es un indicador infalible del avance cultural de una ciudad el cuidado de sus tesoros. Pero también lo es la ampliación de los mismos. En eso estamos en Sevilla, cumpliendo la cuota que a cada generación le corresponde para el engrandecimiento de esta ciudad.